por Matías Strasorier
Otro año que no será discutida ni debatida legislativamente la modificación de la Ley de Semillas. El Boletín Oficial para el llamado a Sesiones Extraordinarias del Congreso, no presenta en su temario la reforma de la legislación sobre semillas.
Para una nación como la Argentina, en al cual casi el 40 por ciento de sus exportaciones son manufacturas de origen agropecuario –MAO-, legislar sobre semillas es un tema de proyecto político que impactará directamente en el modelo productivo y plan económico a desarrollar, por lo tanto tendrá una importancia estratégica en la soberanía e independencia que pueda lograr el país. Ni más ni menos porque hablar de semillas, de tecnología y biotecnología es hablar de recursos estratégicos, es hablar de conocimiento vinculado a la producción de alimentos.
Hablar de semillas, de tecnología y biotecnología es hablar de recursos estratégicos
En los últimos 10 años la producción de agrícolas de cereales y oleaginosas tuvo un importante incremento, un 30 por ciento la producción mundial de cereales y un 36 por ciento la de soja: Cereales pasó de 2.123.4 millones de toneladas (M de Tn) en 2007/08 a 2.626.74 M de Tn 2017/18; Soja pasó de 219,98 M de Tn campaña 2007/08 a 345,87 M de Tn campaña 2017/18. Principalmente debido a que la demanda de cereales de la República Popular China aumentó un 385% y un 239.88 por ciento para la soja.
Estos productos implicados en la alimentación de la población ya sea de manera directa o a través de su conversión de proteína vegetal en proteína animal, han podido enfrentar el desafío de la creciente demanda gracias al conocimiento científico aplicado, básicamente lo que implica tecnología y biotecnología, o paquete tecnológico.
El ejemplo más claro es el paquete tecnológico vinculado a la soja que implica un sistema de siembra directa + Soja RR (genéticamente modificada Round Up Resistente) + Glifosato (Round Up, marca comercial).
El mercado mundial de genómica y química, vinculados a agroquímicos y semillas, es de alrededor de u$s100 mil millones, que se reparte entre un trio de seis empresas fusionadas o mega fusionadas. Así de complejo y así de simple, Bayer se fusionó con Monsanto, Syngenta con ChemChina, y Dow con Dupont. Controlando entre todas el 60 por ciento del mercado mundial de semillas comerciales (incluido casi 100 por ciento de semillas transgénicas) y 71 por ciento de los agroquímicos a nivel global. Solo queda sin fusionar BASF, que junto a las anteriores 6 empresas trasnacionales son los líderes de la genómica y la química.
Tres empresas controlan el 60 por ciento del mercado mundial de semillas comerciales
Otro ejemplo de que la tecnología y biotecnología es fundamental, es el de la de la República Popular China, que invirtió u$s70.000 millones principalmente en información y conocimiento. Con ello logró un aumento del 11 por ciento de la producción de maíz, arroz y trigo, y una disminución entre el 15 por ciento y 18 por ciento del uso de fertilizantes, aumentando a u$s12.200 millones las ganancias de productividad, en términos de valor, debido a mayores rendimientos y menores insumos. Para esto se crearon redes de telecomunicaciones para transmitir información sobre irrigación, densidad de los plantíos y siembras, profundidad y cantidad en la colocación de las semillas. Sosteniendo la estructura productiva de campesinos chinos distribuidos en unidades productivas de 0.6 Ha en promedio.
Ambos modelos, uno de Mercado y otro de Estado, tienen claridad en su visión de que el conocimiento estratégico es clave en ser dominante o dominado, entre inclusión o exclusión, entre esclavitud o libertad.
Es por eso que desde 1973 ningún gobierno ha superado contradicciones vinculadas a un tema estratégico como es la modificación de la Ley de Semillas. La lucha de las organizaciones campesinas, las organizaciones de productores de la Agricultura Familiar, los pequeños y medianos productores, el 7° Congreso de Agrobiotecnologia, la Federación Agraria Argentina, la CANPo desde el 2008, entre otros y demás actores vinculados al sector productivo, que han sostenido los derechos de obtentor y de uso propio, pero sobre todo la defensa a producir de manera soberana, han garantizado que no se avance con una ley que ponga en peligro el interés público y el monopolice el control de las semillas.
Es nuestro deber dejar sentado que desde nuestra visión nacional, popular, democrática, feminista y latinoamericanista, hablar de una Ley de Semillas es discutir a fondo la soberanía del conocimiento, la soberanía alimenticia, la soberanía tecnológica y biotecnológica, la independencia económica y la distribución de las riquezas socialmente producidas en nuestra tierra, en nuestro suelo, en nuestra Patria.
Strassorier es integrante del Centro de Estudios Agrarios (Canpo)
(Especial para Motor Económico)