Las expertas están desarrollando un bioinsumo capaz de acelerar el crecimiento de la yerba mate. Este nuevo producto busca reemplazar el uso de químicos tóxicos en las plantaciones.
Investigadoras del Laboratorio de Bioinsumos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Montecarlo (Misiones) llevan adelante el desarrollo de un bioinsumo capaz de acelerar el crecimiento de la yerba mate. Este nuevo producto busca reemplazar el uso de agrotóxicos en las plantaciones.
El desarrollo, realizado por la licenciada en Genética Patricia Schmid, la ingeniera Forestal Silvina Berger, y la bioquímica Ana Mari López recibió uno de los cinco Premios Arcor a la Innovación, cuya distinción se llevó a cabo mediante una evaluación conjunta con el Ministerio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT).
Según un informe de Telam, los resultados obtenidos en esta investigación responden a una década de trabajo en el Laboratorio de Bioinsumos del INTA de Montecarlo, municipio ubicado a unos 188 kilómetros de Posadas. Asimismo, el experimento también demandó salir del laboratorio y realizar un relevamiento de campo.
“Fuimos a yerbales agroecológicos, yerbales con manejo químico, a plantaciones de araucarias de diferentes edades de plantación y básicamente lo que hicimos fue espiar en la naturaleza que está existiendo en la biodiversidad de microorganismos y nos concentramos en buscar cepas de hongos y bacterias que tengan una capacidad de promocionar el crecimiento vegetal”, relató a Télam-Confiar la genetista Schmid.
La profesional remarcó que aspiran con este proyecto agroecológico a que en las plantaciones de yerba mate no se utilicen más químicos sino bioinsumos o prácticas más amigables con el medioambiente. Es decir, pasar a un cultivo orgánico o ecológico de yerba mate”, señaló Schmid. La genetista lamentó la falta de recursos para avanzar en una siguiente etapa.
El proyecto cuenta con financiamientos del Estado nacional. También una financiación de la Ucar (Unidad para el Cambio Rural) para la primera etapa del proyecto; y en la segunda etapa fue un financiamiento de Cofecyt (Consejo Federal de Ciencia y Tecnología). En esta última etapa se enfocaron en buscar cepas nativas tanto de hongos como bacterias “que ayuden al crecimiento tanto de plantaciones de yerba mate como de araucarias”.
“En esa etapa obtuvimos diez cepas, cinco de bacterias y cinco de hongos, que tienen capacidad de promover el crecimiento. Hicimos pruebas en plantines de yerba mate y la verdad que los resultados fueron alentadores; con algunos tratamientos las plantas aumentaban un 50 % el crecimiento en altura y tallo”, describió.
Respecto a las mediciones, Schmid sostuvo que “el experimento duró tres meses, nosotras hicimos la inoculación con estas cepas y medimos una vez por mes todos los parámetros, altura, tallo, contenido de clorofila de la planta; y al final del experimento cortamos la planta y analizamos el peso aéreo, todo lo que es hojas y las raíces; en total nuestro experimento con plantines fue de 75 días”.
El trabajo de campo con amplio beneficio para la economía, la salud y el medioambiente se estancó en una excelente idea, ante la falta de financiamiento. Dar el siguiente paso, según estimaron las profesionales, contempla un presupuesto de unos 7 millones de pesos.
“Lo que tenemos es una tecnología diferente, cultivos puros de hongos y bacterias completamente identificados. Tenemos la capacidad de escalar estos bioinsumos y tener mayor cantidad de litros, sino también contamos con la capacidad para tener este servicio a diferentes productores que lo quieran aplicar. O si algún producto quiere que en su yerbal busquemos hongos y bacterias, podemos brindar ese servicio”, indicaron.
Schmid precisó que “apuntamos a que este bioinsumo pueda reemplazar el uso de químicos; si bien puede ser complementario (…) Nos quedamos en la etapa de investigación. Tenemos nuestras cepas nativas que funcionan. La idea es poder salir del laboratorio, tener mayor capacidad de producir estos bioinsumos y que estén disponibles para el productor, para pasar a una producción más amigable con el medio ambiente”.
“No sólo se necesita dinero en financiamiento para pegar el salto sino que necesitamos condiciones laborales adecuadas, mis compañeras de trabajo estuvieron todo este tiempo en condiciones laborales muy precarias, con mucho sacrificio llevando la investigación. Actualmente, soy la única de planta del INTA de Montecarlo que sigo trabajando”, aseveró Schmid, ya que las otras investigadores presentaban servicio como monotributistas.(El Destape Web)